sábado, 8 de febrero de 2020

THE FAREWELL
Lulu Wang, 2019


Dice una compañera que un chino amigo suyo le comenta que no somos tan diferentes, que los españoles y los chinos tenemos mucho en común...yo no lo sé, pero entendemos tan bien  la práctica de las "mentiras piadosas" que aparece en la película que pudiera tratarse de una familia de aquí.

Todo sucede después de la primera frase que nos advierte que  la película "está basada en una mentira real" y continua con un drama familiar envuelto en un clima medio jocoso medio triste, medio sorprendente y medio previsible.

Rituales al margen, comida al margen, casas y hoteles al margen, las migraciones que se producen en las familias todas significan distancias dolorosas, otros idiomas, otras costumbres, otras prioridades vitales, esto es, otras vidas muy distintas de las del país de origen, por mucho que la cultura viaje con cada persona que migra también adquiere la cultura ajena.

La protagonista se siente como un elefante en una cacharrería con su propia familia. Puede entenderse porque se fue a EEUU con cinco o seis años y en el presente tiene treinta, además porque ha ido a China muy pocas veces desde que emigró. De hecho, no habla bien chino y los lazos emocionales sólo se estrechan entorno a su abuela paterna.

Podemos apreciar cómo el cine, una vez más, refleja esas vida que transcurren entre dos culturas, entre dos continentes, entre dos visiones del mundo con sus costumbre y sus deberes, sus códigos morales y sus violaciones de los mismos, sus apariencias y realidades.

Mentir está mal, pero si con la mentira evitamos sufrimiento no lo está tanto...esta versión de "el fin justifica los medios" parece universal tratándose de la familia querida o temida.

En el transcurso de la película se nos muestran escenas cotidianas donde los estereotipos de suegra, nuera, hijo, madre, hermana y nietos son los nuestros. De ahí el comentario inicial, que se refuerza por cómo en situaciones dolorosas nos saltamos todos los deberes saludables y sensatos como no fumar o no beber alcohol, parece que los vicios se reactivan en circunstancias especiales y el cuerpo lo aguanta todo, incluida la mentira, la traición a los hijos. Claro que saltarse ciertas normas también es cosa de tradiciones y convenciones.

Total que no somos tan diferentes a pesar de tantas diferencias...

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