ADÚ
Salvador Calvo, 2020
Me parece bien que no se encuentren las historias, así no se dan concesiones a la previsible.
Los contraste quedan expuestos varias veces, de manera clara y rotunda porque están muy estereotipados, de hecho no hay sorpresas en los agentes de la Guardia Civil, en el rico defensor de los elefantes, en su hija cocainómana insatisfecha de la vida, en las casas y vidas de lo africanos como si todos los países del enorme continente fueran iguales. En fin, la valla con sus concertinas y sus ONGs simbolizando las vidas humanas a uno y otro lado de Europa, los obstáculos y los derechos.
Fronteras terrestres o marítimas, da lo mismo, las leyes son iguales y las culturas diferentes.
El caso es que no puedo evitar pensar en 14 KILÓMETROS de Gerardo Olivares estrenada en diciembre de 2007 sin actores conocidos y sin momentos que muestren las penas de la abundancia y el abuso de Occidente. Trece años de diferencia y las cosas no han cambiado demasiado solo que la experiencia se acumula y nos insensibiliza más rápidamente. Las mafias, que por definición son ataques a la dignidad, siguen existiendo a sus anchas bien armadas, ya sea traficando con drogas, con personas o con ambas. Las migraciones es un tema tabú porque las instancias supranacionales no le dedican atención y es un asunto supranacional.
En ambas películas la fotografía es espectacular como debe serlo África entera. Desierto, mar, bosques y ciudades, niños y niñas, jóvenes e ilusiones, un resumen de la Tierra.
El cine español también denuncia lo que nos pasa...¿y ahora?
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