VIVIR DOS VECES

María Ripoll, 2019

Entre el humor y el drama transcurre...todo, la discapacidad, el divorcio, el Alzeheimer y el amor. Sí, el amor de hija, de madre, de abuelo, de amante, de profesor y el amor del olvido o del recuerdo.

Magistral las interpretaciones de los dos protagonista, especial mención merece Mafalda que hace de "Mafalda". Todos hacen como que actúan y lo bordan porque parecen reales como la vida misma aunque sabemos que es una película, que hay un guion, unos planos y una directora que da instrucciones y ordena posiciones, gestos, tonos y elige los lugares, la ropa, la música y el resto de los alrededores de un largometraje.

Siempre están las emociones en todo lo que se recuerda, de hecho, no se recuerda sino hay emociones. Sin embargo mientras vivimos no somos conscientes de lo que archiva nuestra memoria para que luego podamos recuperarlo. No tenemos ni idea de lo que conservamos, ni por qué, ni cómo, ni tampoco durante cuánto tiempo. Ni idea, no tenemos ni idea.

Las ideas son la memoria emocionada o las emociones memorizadas, son lo que vamos siendo cada día, son lo que somos. Ideas, que traemos con trucos matemáticos o comerciales, que compartimos con el teléfono móvil o con una canción, que provocamos con un dibujo o un bordado...

El caso es que cualquiera podemos sufrir una pérdida de memoria a lo largo de nuestra vida y las personas con las que vivimos sufrirán nuestra pérdida también, no en su capacidad de recordar como nosotros, sino en la de estar con nosotros porque seremos bien distintos y a la vez los mismos. Es cuando se muestra más la dualidad que nos provoca el cerebro, esto es, cómo el cuerpo y la mente se separan y uno de los dos se queda más tiempo sin cambios y la otra cambia a la velocidad de la luz yendo y viniendo a lugares remotos, transformados o reconocidos.

Hay que preparar a la sociedad para atender debidamente estas enfermedades. Hay que prepararnos.

Vivir...las veces que sean.