APUESTAS
Si tu equipo de fútbol lo publicita no puede ser malo, es más, es un estímulo para probarlo, comprarlo, tenerlo, hacerte seguidor y fiel como a tu equipo. El equipo de tu padre, de tu abuelo, de tus colegas...hasta de tu profe y tu novia.
La publicidad consigue lo que ninguna otra cosa, ni nadie, puede conseguir tan fácilmente en el cerebro humano. Crear hábitos sin preguntar, porque sí, total sumisión, obediencia ciega. Crear impulsos irresistibles, irrefrenables. Crear necesidades y con ellas adicción.
Así el Ministerio de Consumo tiene tajo. Ha dado de plazo a los clubes hasta final de temporada para que sus sponsors, patrocinadores, no sean casas de juego.
Poner el objetivo en la publicidad y no solo en las víctimas de la publicidad es un paso fundamental para revertir muchas adiciones, sexismos y otras tradiciones discriminatorias, enfermizas, machistas, aporofóbicas y violentas.
Informar no puede ser malo, no debe serlo.
Engañar es injusto, es malo y debe ser sancionado.
Cada vez es mayor el número de pacientes ludópatas, de edades tempranas, y cada vez es mayor el número de personas con riesgos de ser adictos a otras sustancias nocivas por el hecho de apostar. Me temo que cada vez es mayor el número de pobreza económica, personal y saludable que crece al calor de las casas de apuestas.
Los clubes más ricos (ni los pobres) no necesitan publicitar aquello que perjudica a la población, más bien tienen el deber moral de ser un ejemplo para la misma, entre otras cosas porque viven de ella. Ahora se comprueba, sin público en los estadios, en los negocios colindantes a los estadios, sin gente que compre sus camisetas.
La juventud tiene como referentes a deportistas de élite, tan arraigada está esa referencia que cuando son adultos la transmiten a sus hijos e hijas y así de generación en generación. Esas élites lo saben y ofrecen una imagen muy trabajada para no decepcionar, por lo que no deberían prestarse a cualquier cosa ya que tienen mucha repercusión en mucha gente. Son influencers de masas, niños y jóvenes se cortan el pelo como ellos, visten como ellos, se tatúan como ellos.
En el deporte no todo vale, las reglas se respetan y si no hay sanciones inmediatas. En la sociedad pasa igual. La publicidad no debe servir para enfermar (tabaco, alcohol, sexismo...están desapareciendo) a nadie, ni por dentro ni por fuera, ni psicológica ni económicamente.
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