EL ESCÁNDALO
Jay Roach, 2020
El control de los medios de comunicación pasa por el control de las imágenes televisivas, de los profesionales y presentadores de los programas serios como los telediarios y especializados como los de investigación.
Cuando hay elecciones al país, la televisión cobra más poder que nunca y una de las maneras de atraer a la máxima audiencia es el formato de los programas y especialmente la elección de quién lo presenta, cómo se viste y el decorado en el que va a realizar su trabajo.
Seguramente sospechamos acertando todo lo que hay detrás de una cadena poderosa de telecomunicaciones. Sin embargo la realidad supera la ficción. En esta película basada en un escándalo real podemos ver en qué consiste el trabajo en condiciones de acoso, de competitividad, de sexismo extremo y machismo poderoso. Trabajas o no trabajas en función de tener sexo con el jefe o no tenerlo.
Denunciar una situación en completa desventaja, desigualdad máxima, supone tener dinero y un carácter particular que poca gente entiende ya que exige ademanes y actitudes propias de hombres pero mal vista y despreciables si las realiza una mujer.
El caso es que El escándalo da en el clavo del poder patriarcal en el que se mueve una de las industrias más poderosos del mundo. A propósito de las últimas elecciones norteamericanas a la Casa Blanca en las que ganó e republicano D. Trump, los entresijos de la cadena de noticias Fox News salen a la luz mostrando su contribución a un modelo de vida corrupto, perverso, consentido y muy determinante en lo referente a los resultados electorales.
Las mujeres periodistas sufren todo tipo de humillaciones, incluso por otras mujeres. La hipocresía conocida por todo el mundo y practicada por ese mismo mundo campa a sus anchas hasta asfixiar a cualquiera que sea honesto u honesta. Solo al final hay disidencias voluntarias.
La interpretación de las tres actrices principales es muy interesante porque nunca habían hecho nada parecido y verlas vulnerables hasta el extremo, usadas, manipuladas y cosificadas como nunca supone un esfuerzo de credibilidad que se supera por sus magistrales actuaciones. Una escena es sobrecogedora, tiene lugar en el despacho del jefe y dura unos minutos en los que no puedes parpadear ni soltar el aire acumulado tensamente. Con ella el director enseña, como en una clase, parte de lo significa trabajar en ciertos medios de comunicación poderosos.
El cine puede denunciar la realidad y cuando lo hace influye en la sociedad. Esta película debería servir para consumir otro tipo de medios informativos y así cambiar la moral de las empresas todopoderosas, empezar a tratar a las mujeres como trabajadoras, profesionales sin mirar sus piernas o su disponibilidad sexual.
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