viernes, 23 de octubre de 2020

 CLITEMNESTRA

José María del Castillo, Octubre 2020

Auditorio de Cuenca


Ha vuelto el teatro al Teatro Auditorio de Cuenca. Ayer pudimos asistir, con todas las medidas de seguridad posibles, a una representación teatral. Había ganas y había responsabilidad. Con ambas cosas a la vez disfrutamos de una compañía original que cantó, bailó e interpretó varias interpretaciones de tragedias griegas en torno a la mujer Clitemnestra, reina de Micenas.

Resulta curioso que jóvenes directores trabajen temas clásicos, los reescriban bajo su punto de vista, los doten de actualidad y los muestren sin complejos al público. Esta actitud de quien sabe que acierta me gustó anoche. El montaje tan ecléctico atrajo mi atención durante toda la obra.

Conservó el protagonismo del coro, aunque era un coro especial compuesto por bailarinas, bailarines y cantantes que usaban sus cuerpos, unas telas y unos zapatos para crear escenas como la propia guerra de Troya. La iluminación y las dimensiones del escenario ayudaron a sentir la tensión dramática.

En cuanto al texto fue claro, lo suficientemente informativo como para narrar la historia de un linaje que se podría desconocer previamente, pero a la vez lo suficientemente cercano como para mostrar la intención del autor al reivindicar la función del teatro como medio de denuncia, de toma de conciencia, de una realidad machista y patriarcal instalada por los siglos de los siglos en nuestra cultura.

Desde el comienzo, entre taconeos y pitos, quedó claro que los cambios sociales hacia la igualdad entre mujeres y hombres, entre hombres y mujeres, todavía no han llegado a su fin y la necesidad de que se practiquen es urgente. Hicieron del respeto a la diversidad personal un himno y del ataque a los prejuicios un elemento constante.

Valiente trabajo.

Cuando salen los actores y actrices a saludar y aplauden al público, entonces, recuerdas que vives en medio de una pandemia que es una auténtica tragedia diaria, sin decorado, sin música, sin texto que estudiar, sin guion que representar. Es cuando entiendes la emoción del elenco de profesionales que se subido al escenario delante de ti y se ha expuesto a tu juicio y criterio. 

Al final, sales emocionada por la obra y por la circunstancia que juntas con las ganas y la responsabilidad del principio, y comentas con las personas reconocidas tras a mascarilla, en la puerta del Auditorio lo bien que han bailado, lo bien que han cantado, algún fallo de sonido y lo bien que nos sienta el teatro. Larga vida al TEATRO!!

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