viernes, 3 de abril de 2020

CÓDIGO ÉTICO EN LAS COMUNICACIONES




Como todo cambia rápidamente no da tiempo a consensuar medidas sobre las nuevas necesidades que van surgiendo.

¿Cómo informar sin alarmar y sin ocultar información?

¿Qué necesita oír la gente en sus casas, qué palabras, qué temas?

¿Cómo prever la reacción ante los mensajes de odio, de calma, mentirosos, ingenuos?

Todas las certezas hasta ahora se tambalean. Los efectos se transforman. El lenguaje se nos queda inútil, pobre, insuficiente, antiguo...

Adoptarse o morir, así funciona la vida según la teoría de la evolución de las especies. En el nivel cultural, donde vivimos los humanos, la adaptación cuesta porque no siempre nos va la vida en ella, a veces es un sucedáneo de vida y lo soportamos por lo que adaptarnos nos lleva un tiempo, incluso habrá gente que nunca lo haga, es una cuestión de probabilidades.

El caso es que los MASS MEDIA que siempre tienen una enorme responsabilidad social, ahora son clave para esa adaptación, para que se produzca a buen ritmo y adecuadamente. Son conscientes de su poder de influencia inmediata, de las ideas y acciones que generan en la población. NO PUEDEN DECIR CUALQUIER COSA NI DE CUALQUIER MODO.

El Estado de Alarma que estamos viviendo incluye a los medios, a las redes sociales y a cualquier otro agente socializador de masas. Los jefes y profesionales que están detrás deben tomar conciencia de su protagonismo y adoptar medidas para que su trabajo beneficie lo más posible, sirva lo más posible a transformar la sociedad para vivir mejor. Es un deber social, civil, SU DEBER.

El interés general es, ahora más que nunca, el objetivo de todos y todas, especialmente de quienes influyen en el comportamiento ajeno, en el comportamiento a distancia, en el que no se puede explicar ni mantener un diálogo razonable, ni poner ejemplos de casos a favor y en contra, ni hacerse entender con gestos, no, así no es, porque la comunicación audiovisual es unidireccional, nos llega palabra por palabra según la cuentan, sin más preguntas, sin más titubeos, sin más posibilidades de discusión o charla. Nos cuentan versiones de los hechos, en ocasiones innecesarias  y maliciosas, perjudiciales para la salud general, que quedarán en nuestra memoria social por un buen tiempo.

No es lo mismo decir que una mujer ha muerto o que ha sido asesinada.

No es lo mismo dar datos fríos, aislados, que explicarlos en un contexto temporal, circunstancial, coyuntural. No es lo mismo insultar que respetar.

Informar no es sinónimo de deformar, ni de alarmar, ni de incendiar, ni de mentir.

Las formas forman parte del mensaje. Muchos televidentes no tienen formación crítica, en estos momentos les resulta imposible contrastar lo que escuchan y ven a diario. No es normal lo que nos pasa y tampoco ha de ser normal lo que nos dicen que nos pasa. Calmar, tranquilizar, en la medida de lo posible, es conveniente y necesario.

En nombre del interés general, dada la inédita situación vital por la que estamos atravesando, y lo que nos queda por atravesar, un respeto a televidentes, radioyentes y lectores de los medios de comunicación. Basta de buscar el lucro caiga quien caiga, contaminando mentes, propagando bulos, contagiando virus emocionales. 



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