lunes, 27 de enero de 2020

EL NAUFRAGIO DE LAS CIVILIZACIONES
Amin Maalouf, Alianza Editorial, 2019


Como es un ensayo cronológico del último siglo de historia quiero destacar lo oportuno de acabar con Orwell, con su distopía 1984. Amin Maalouf alude a ella para justificar sus temores sobre la actualidad, sobre la importancia que tiene el uso y abuso de la ciencia, de la tecnología y las armas de última generación en el orden mundial global, especialmente sobre la dicotomía entre libertad y seguridad. El terrorismo hoy no tiene vocación de acabar nunca, así que la seguridad impone un estilo de vida nuevo y duradero.

Hasta llegar a esa justificación, impecable a mi juicio, nos lleva a su Levante y recorre Oriente Próximo, Europa y EEUU sin dejarse nada importante en le tintero. Cita años, nombres, lugares que han supuesto hitos en el devenir de los pueblos, en las fronteras, en las economías, en las relaciones nacionales e internacionales. Por supuesto, es meticuloso con las minorías y mayorías, con los centros y las periferias, con sus recuerdos y emociones egipcios y libaneses, y con su punto de vista francés, de adopción. Utiliza expresiones coloquiales y tecnicismos necesarios que facilitan la lectura y comprensión de cada época, de cada decisión política, de cada consecuencia histórica de los hechos.
Muestra, como siempre con maestría, las relaciones de causalidad entre los acontecimientos más determinantes de los últimos cincuenta años.

Desde el principio denuncia "el mito perverso de la homogeneidad" en sus versiones religiosa, étnica, racial, lingüística, geográfica, o de cualquier otro tipo. Lo hace con numerosos ejemplos y advierte de las horribles consecuencias de ser engañados por este mito. Frente a esta peligrosa mixtificación valora la riqueza que supone vivir sin hegemonías, en comunidades diversas y plurales, en territorios de mezclas de culturas, con lenguas, tradiciones, literaturas, músicas, comidas y atuendos diferentes. El levante mediterráneo y oriental, musulmán, cristiano y judío, lugar de encuentro y de paso, de comercio y traducción, de intercambios y descubrimientos.

Los marxismos y sus adversarios han protagonizado buena parte del siglo pasado, no precisamente para bien aunque en ocasiones hayan supuesto avances y progresos. Las constantes luchas entre idologías y sus vertientes regionales, locales y personales han construido un mapa de hostilidad permanente, de enemistades heredadas y prejuicios etnocéntricos.

De hecho hoy, como hace un siglo, la ciudadanía está en riesgo si prevalece la religión, la étnia o nacionalidad antes que el ser humano, si se retuerce la noción de universalidad, de laicismo, de paz civil y en su lugar se imponen valores propios. Ocurre que la mujer sale perdiendo siempre cuando la religión cobra dominio y poder político imponiendo el resentimiento, el fanatismo y el oscurantismo.

Cuenta sorprendido, cómo el conservadurismo es hoy revolucionario y a la izquierda progresista sólo le queda el papel de conservadora de los logros. Paradoja que personifican Thatcher y Reagan quienes desprestigiaron el principio de igualdad. Pero "nunca damos marcha atrás, nunca recuperamos el entorno material o mental de una época anterior" dice en la página 177 para mostrar su rechazo a una repetición de la historia, de momentos históricos como rechaza también posiciones violentas como soluciones porque "es ilusorio pensar que mostrándose radical se consigue allanar a los radicales" (pág. 199) como bien comprobamos en España hoy.

Alerta de lo que trae consigo la fe ciega en "la mano invisible" del escocés Smith porque conlleva descrédito a cualquier institución nacional o supranacional, desprecio por el interés común y sin embargo hoy son necesarias dado el nivel de globalización alcanzado.

La contundencia con la que apuesta por la natural diferencia y disparidad de personas es incontestable, en la página 225 "nunca me decidiré a admitir que la etnia, la religión o la raza sean cimientos legítimos para edificar naciones", antes de entristecer ante la Europa y los EEUU actuales, porque pudiendo ser valiosos son todo lo contrario, han conseguido una lamentable desafectación por la política.

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