jueves, 16 de enero de 2020

MADRE
Rodrigo Sorogoyen, 2019

Inquietante corto que convertido en largo no inquieta tanto, sin embargo la música y la fotografía consiguen sino inquietar preocupar un poco, consiguen ponerte a la expectativa solo que no hay expectativa a corto plazo y esto acaba cansando un poco. Parece que debería ser un más corta la versión larga de la historia claustrofóbica en plena naturaleza costera del Atlántico francés.

Es muy original que el autor nos lleve a la trama principal pasados diez años de la desaparición del hijo en extrañas circunstancias, al cuidado de su padre cuando sólo tenía seis años. Una década en los treinta años de alguien es muy significativa y personalmente muy definitiva. Esta madre se asienta en una obsesión insoportable, en un trabajo fácil aunque pesado, en un lugar bello pero tenebroso en su cabeza y corazón. Lo hace al lado de un hombre bueno, comprensivo e inteligente que, desde la sombra, le indica el paso y el objetivo a seguir. Estupendo Álex Brendemühl.

A veces las cuestiones emocionales son tan extremas que cuesta asumirlas diez años. Solo pasado ese tiempo se puede hablar, se puede sentir, se puede proyectar el futuro y asumir responsabilidades eliminando culpabilidades. Antes no se ven las cosas como son y han sido. No al menos Marta Nieto, quien con su delgadez y su mirada nos está informando de lo mal que lo está pasando y de lo poco que hace por cambiar las cosas dado que le resulta muy difícil cambiar nada.

La tortura psicológica no tiene fin, pero hay un poco de exceso con esto. Las relaciones con el joven francés se repiten sin avanzar y cuando lo hacen es en una dirección poco creíble, tal vez es el momento escape del director para compensar la crudeza real. No sé.

Cuando por fin, coge el dichoso teléfono para llamar a Ramón, toda la tensión, un tanto perdida por la duración innecesaria, se desvanece y la luz es luz sin más.

Está muy bien hecha, muy bien interpretada. Un poco larga para mantener la angustia y resolver con coherencia.

Cineclub Chaplin parece precalentar los Goya...






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