sábado, 18 de enero de 2020

NO SOMOS IDIOTAS



Y además debemos parecerlo. 

Tenemos que parecer que no somos idiotas para evitar intentos continuados de tomadura de pelo en materia educativa. Es un asunto de suma importancia individual como socialmente, ideológica como económicamente, y sobre todo, es un asunto humano que nos convierte en esclavos idiotizados o en seres racionales con toda la dosis de humanidad posible en pleno siglo XXI.

Cuando se utiliza el poder político, con todas sus herramientas mediáticas, hasta el infinito y más allá, para difundir mentiras, eufemismos y demagogias se persigue un estado político antidemocrático, ya desde las intenciones.

Seguir hablando como si nada pasara, seguir mirando para otro lado, vivir la educación pública como si estuviera al margen del botín neoliberal y fascista, no evita ni mucho menos resuelve la deriva antidemocrática que está siguiendo nuestro país y que, por tratarse de la educación, seguirá en el futuro a largo plazo.

Los nombres no son neutrales. Jamás. En nada.

Las palabras no existen hasta que las cargamos de significado y sirven para comunicarnos porque decidimos que el significado dado se mantenga y no cambie, de lo contrario la palabra afectada no serviría y habría que cambiarla para dotarla de nuevos significados.

Hoy, estamos oyendo de todo en nombre de la libertad de las familias respecto a la educación de sus hijas e hijos. Utilizan la Constitución para arrojar insultos a diestro y siniestro (en sentido literal). Hablan de exigencias y derechos como algo natural, como si no fueran fruto de conquistas sociales contra la intolerancia y la barbarie humanas, como si de pronto fueran algo individual e intransferible.

No, la derecha no quiere libertad, nunca la ha querido más que para usar el poder a su conveniencia, ya sea el judicial, el legislativo y el ejecutivo, en el terreno económico, cultural, medio ambiental, religioso, urbanístico, tecnológico e internacional. Por esto nos sirve de criterio para criticar a la izquierda cuando se desvía de su cometido que es la justicia social, el estado de derecho y las libertades garantizadas en una Constitución democrática. Cuando la izquierda no dirige sus políticas a estos fines se comporta como la derecha.

Como madre no debo elegir si mis hijas o hijos realizan un taller sobre violencia de género ni sobre robótica, reciclaje, literatura anime, bádminton, células madre, geometría tridimensional o la guerra de las galaxias en inglés. Como no debo elegir cuántas horas de matemáticas o lengua deben tener a la semana. Puedo estar más conforme o menos pero la educación pública, la que el Estado garantiza a toda la ciudadnía, no es cosa de las familias ni debe serlo. Ya participamos en una elecciones para que todo lo político se organice de acuerdo con unos valores y principios de un partido o un grupo de partidos en fución de los resultados electorales.

Si las familias hubiéramos tenido importancia en las leyes educativas la LOMCE nunca se habría implantado!!

La derecha española es irresponsable con lo más importante de la sociedad que es la Educación porque tiene efectos a corto y largo plazo en la convivencia, el progreso y el bienestar social. Y lo saben. Precisamente por esto no deben tener recorrido alguno sus ideas eufemísticas y perversas.

Los asuntos de Estado como la Educación deben abordarse desde los principios más elementales de la sociabilidad humana como son la igualdad y la dignidad de todas las personas para poder ejercer la libertad, condición por excelencia de ser humano. Para ser iguales en un país que discrimina hasta asesinar semanalmente a las mujeres hay que educar en valores igualitarios. 


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