viernes, 6 de diciembre de 2019

LA PORTUGUESA
Rita Acevedo Gomes, 2019

A partir de un texto de R. Musil la directora escribe el guión de esta película, que podría pasar por documental durante bastante tiempo de su más de dos horas de duración.

Escribo esta crítica por petición popular y porque me parece que no ha sido lo peor que hemos visto en CineClub Chaplin.

Coincidimos, algunos espectadores, en que la fotografía es buena así como la música de coro medieval. La directora planta la cámara delante de la niebla en el bosque y espera (tal vez a que se vaya la niebla por sí sola) un buen rato para cambiar de plano. Así sucede varias veces y ante objetos diferentes. A veces parece todo una fiesta de disfraces porque ante un escenario natural, de piedra, con sus hierbas y animalillos, que aparezcan personas vestidas "de época", calzadas "de época" y hablando poco más parece un ensayo de teatrillo que una película al uso.

La trama es esperar la paz entre guerras. Cómo llenar el tiempo lento en un lugar inhóspito y viejo siendo una mujer joven, bella, noble, con dos hijos que nacen allí mismo y con una pobre corte variopinta de mujeres y hombres.

Menos mal, que en el diálogo aparecían frases sobre la opinión de las mujeres y los extranjeros que podíamos entender perfectamente hoy. El machismo y la xenofobia han existido siempre, lo cual no consuela en absoluto, solo demuestra lo arraigado que están y lo que perduran. 

Parecía denunciar la guerra, la corrupción, el poder de la iglesia y la esclavitud pero parece que tuviera que acabar la jugada el propio espectador porque todo era muy latente, tanto que no estoy segura de haber visto dichas denuncias.

El ritmo, clave en el cine, dejó oír más de un ronquido en la sala y las puertas de salida se abrieron demasiadas veces antes de encender las luces.

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