sábado, 28 de diciembre de 2019

TIERRA DE MUJERES
María Sánchez, Seix Barral, 2019


Hay una introducción que es una advertencia, dos partes siendo la primera el cuerpo de la obra y la segunda un homenaje a su familia, y una nota sobre la portada para explicar la foto elegida y así cerrar el círculo que abrió con la advertencia del principio.

 Me ha parecido, al leer, estar delante de la autora escuchando lo que piensa sobre el campo y el feminismo, mientras cuenta la vida de su familia, su experiencia laboral como veterinaria rural, sus vivencias de los últimos años sobre igualdad de género y sus críticas a la política que desprecia a las mujeres del campo, que desprecia a los pueblos y que maltrata al medio ambiente.

Me ha parecido, al leer, que estaba delante de una persona que recriminaba, reprochaba al presente el descuido con el pasado y el olvido de lo importante, que exigía atención y que levantaba la mano para decir por ella misma, en primera persona, lo que muchas mujeres no han podido decir nunca antes, pero que lo hacía en un tono amable y sincero, sin subidas de tono ni desentonar palabras.

Me ha parecido, al leer, que tenía delante un altavoz del que salía la verdad de muchos años y de ahora sobre muchas personas y lugares que nadie había escuhado, que nadie había percibido, que nadie había estimado ni reconocido, ni valorado ni apreciado.

Me parece, al terminar la lectura, que ha sido alguien de la familia quien me ha estado contando una historia conocida de toda la vida, sobre unas personas conocidas, familiares, que me enseñaba sus fotos y yo reconocía los lugares y las caras, las ropas, las casas, las calles y los árboles. 

Ha sido una lectura tan cercana en el contenido y en la forma que casi respondo a las preguntas que hay escritas, que sonrío con algunas expresiones y palabras por reconocerme en ellas, que podría continuar la historia de la primera parte y empezar una investigación sobre la nota del final a propósito de la foto de la portada.

Resulta tan grato leer sobre la realidad conocida, coincidir en lo fundamental de la vida, en los interrogantes actuales, en los intereses personales, en los valores morales y en el estilo directo que podría leer una segunda parte mañana mismo.

Me gusta la denuncia y crítica que escribe hacia quien escribe y habla de las cosas sin conocerlas o en nombre de otras personas sin tratarlas. Reivindicar la voz, el conocimiento, los deseos y frustraciones propios es una necesidad que hace falta poner en primera página de una vez, sobre todo si son de las mujeres que trabajan el campo, que viven y cuidan el campo, sean del país que sean y lo hagan en las condiciones que lo hagan. Por todas ellas, que de algún modo somos nosotras, merece la pena este libro feminista.



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