MUSEO DE ARTE ABSTRACTO DE CUENCA

Eduardo Chillida, Eusebio Sempere y colgado en la pared de la derecha Gustavo Torner. Tres obras, tres autores habitantes de las Casas Colgadas, representantes del mejor arte abstracto nacional e internacional. Aparecen para recibir al público, en la primera sala, y mostrar un buen ejemplo de lo que le espera si continua por las diferentes salas y salitas, blancas y negras, accesibles al final de los numerosos tramos de escaleras que conducen de arriba abajo, entre ventanas que ofrecen paisajes de la Hoz del Huécar, a espectaculares obras de dimensiones muy distintas, de muchas técnicas y materiales, en espacios originales y adecuados.

Para la gente de Cuenca no es una novedad aunque para los jóvenes sí lo es. El alumnado de bachillerato aprecia por primera vez una obra de arte en directo en el Museo de Arte Abstracto 

 y percibe sorpresa, distorsión, movimiento, inquietud, engaño y posiblidades, muchas posibilidades de interpretación. Descubre texturas y colores, formas y perspectivas que les transmiten nombres de su vida cotidiana, de su vida virtual o de sus conocimientos académicos. A veces no encuentran la palabra y su cara refleja todo un diccionario de matices, de grados, de sensaciones no verbales.

Asistir al museo con un especialista en Educación Plástica y Visual hace que la experiencia sea más interesante y rica, al poder compartir puntos de vista, hipótesis y propuestas explicativas te abre la mente y el gusto, todos los gustos. Comprobar que las teorías de la percepción son complementarias y no excluyentes a través de los sentidos también contribuye a que la experiencia sea única.

Una de las obras que más ha impactado al alumnado ha sido Toledo de Canogar y otra Las Meninas de Sevilla. Sin embargo ha sido Saura con su Brigitte Bardot la que más versiones ha sugerido...

Es un auténtico placer, sola o en compañía, estar en este museo y contemplar, casi platónicamente el arte. El entorno, la arquitectura del edificio suman placer.