POR UNA CUENCA SIN GANADERÍA INDUSTRIAL
Hay un tipo de pueblo que no se vacía, es el que está próximo a una ciudad con servicios, porque la gente puede ir al hospital, a trabajar, a estudiar, a comprar, al teatro, al cine, al mecánico, a restaurantes, etc. a la ciudad y seguir viviendo en su casa del pueblo, incluso, precisamente por la cercanía a la ciudad, puede poner un negocio propio en su localidad.
Pues bien, esas poblaciones que no se vacían están siendo el punto de mira de las macrogranjas. En los pueblos de Cuenca que mejor se vive, en los que hay población fija, flotante y de fines de semana se quieren instalar cantidades ingentes de cerdos. Gorrinos que ensucian el aire y el agua. A pesar de la existencia de tecnologías que podrían minimizar los efectos contaminantes de los purines, las administraciones responsables no están por la labor, no subvencionan su instalación y sí permiten que las industrias cárnicas y sus necesarias macrogranjas se multipliquen sin trabas medioambientales en cualquier rincón de la provincia.
Las relaciones entre políticos y ganaderos industriales huele muy mal, a purín de cerdo cebado.
Las personas de los pueblos han convocado numerosas manifestaciones en la capital contra esta práctica política que les está arruinando su calidad de vida y la de el futuro próximo. La ciudadanía de la capital no les hace mucho caso porque no ven el asunto como propio, les parece que es cosa de los pueblos y no suya. Marcando territorio, separando, limitando espacios como si el agua o el aire supieran de catastros o mojones. ¡La solidaridad brilla por su ausencia!
Este caso es un ejemplo más de lo lejos que está la democracia bien entendida. La ciudadanía, viva donde viva, ha de estar representada en las instituciones, en todas y a todos los niveles. No es de recibo que un empresario haga valer sus intereses en detrimento de los intereses de los demás y del medio ambiente que es de todos y de nadie. Hay que procurar encontrarse y llegar a consensos favorables para todos y para el futuro. La información pública, las conversaciones, reuniones, encuentros, deberían fluir como el agua, tan escasa y turbia por estos lares, en todas las direcciones y así poder avalar la toma de decisiones políticas, las mejores.
Hoy sabemos mucho y tenemos experiencia. Es nuestro deber usar bien el conocimiento teórico y el práctico en beneficio de la mayoría actual y futura. La Junta de Comunidades de Castilla la Mancha debe escuchar a las partes y actuar en consecuencia asumiendo sus responsabilidades. Urge!!
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