jueves, 26 de marzo de 2020

EL NACIMIENTO DE LA VÍA LÁCTEA
Rubens, Museo Del Prado, Madrid

El Museo Nacional Del Prado abre sus puertas a través de las redes sociales para mostrar su contenido a cualquiera que pueda conectarse y quiera, gratuitamente. Un guía del propio museo enseña un cuadro ubicado en sus salas, ahora vacías, y en la conexión que he hecho hoy me he encontrado esta maravilla (Sala 79, segunda planta).

La mitología como fuente de inspiración y excusa de creación. La composición va de dioses, pero sobre todo, de un genio flamenco que pintó las estrellas y como se le quedaban pequeñas pintó su origen, que también le parecía poca cosa y entonces pintó todo junto, a las divinidades, sus atributos animales, sus relaciones infieles, sus pasiones y reacciones airadas.

Una hermosa Juno que no quiere amantar al hijo de su esposo infiel y, al apartarlo de sí, dondde lo había puesto su padre mientras ella dormía, su generosa leche provoca el camino blanco de estrellas que conduce al Olimpo.

Muchas versiones mitológicas cuentan algo sobre ese conjunto de estrellas claras que forman unas franjas anchas en el cielo. Cada una con su idiosincrasia cultural. Explica el guía que entre los esquimales las estrellas son nieve y entre los egipcios son trigo.

Las figuras humanas son tan bellas, cada redondez, pliegue y color de la piel de Juno y Hércules, cada músculo marcado de Júpiter, son de verdad o se parecen mucho a la verdad de los cuerpos.

Los colores, que al ser una obra por encargo de Felipe IV en 1636, debían contener unos tonos, de acuerdo con la temática de las demás obras y la estancia en el que iría instalada la obra, un lugar de recreo, ayudan a resaltar precisamente la leche que sale del pecho y cae en cascada por un firmamento que no se acaba en el cuadro, que el espectador debe colocar en el cielo, imaginando una noche limpia de verano.

Cuando esto acabe, hay que visitar a los clásicos, por puro placer!!

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