sábado, 21 de marzo de 2020

TELESCUELA


El dormitorio, el salón o la cocina, son estancias de estudio. Todos pueden participar, como en el documental francés SER Y TENER (Nicolas Philibert, 2001, el profesor López en la foto) cuando el alumnado tenía que hacer los deberes en casa, una casa de agricultura y/o ganadería, en este caso era la cocina, enorme cocina por la que desfilaban los padres, los hermanos, los tíos y hasta los abuelos para resolver el problema de matemáticas o el análisis sintáctico de lengua.

En las casas del personal docente sucede algo parecido porque el portátil se traslada fácilmente. El móvil es odiado y amado a partes iguales. Nos avisa de los mensajes recibidos con trabajos del alumnado y de los whatsap de la familia y amigos. Si además has creado un grupo con tus alumnos de bachillerato estás todo el día enganchada...a menos que respetes el horario laboral, con sus puentes y fines de semana, sus tardes y noches.

Hasta el gato contribuye al proceso de enseñanza-aprendizaje, es muy curioso y se acerca a los libros, a los estuches explosivos y coloridos, a las pantallas iluminadas permanentemente y a los aperitivos que hacen de bocadillo del recreo.

Cuando encuentras un libro no didáctico o un documental sin relación con tus materias respiras hondo y no sabes si disfrutarlo o sentir que pierdes el tiempo...

Resulta difícil desconectar pero hay que hacerlo. Como estudiante y como docente. La familia debe contribuir con sentido común, sin agobios, sin presiones, ayudando sin hacerles las tareas e interesándose por los contenidos, aunque sea disimulando, para tener algo más en común. Común, todo en común, en comunicación.

Teleguardería, telecolegio, teleinstituto, teleuniversidad...TELECASA!!




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