martes, 31 de marzo de 2020

INTERIORES



Viajar hacia el interior de ti misma, hacia el interior de cada rincón de tu casa, de cada objeto, de cada ventana, de cada segundo del tiempo.

Cuando busco imágenes con la palabra "interiores" aparecen salones y oros espacios de las casas dispuestos para su venta, así que están perfectamente iluminados, decorados y apetecibles porque lo hay para todos los gustos, grandes y pequeños, con chimenea, con escaleras, con columnas, espejos, lámparas, alfombras, vistas...estos son los mejores, estas imágenes con vistas, que muestran espacios de dentro y de fuera porque sólo estas pueden sugerir un viaje, una salida, un exterior.

Desde el exterior no se puede ver el interior pero desde el interior sí se puede ver el exterior.

Comúnmente se entiende que viajar al interior es alejarse de la costa o de las fronteras que delimitan los países. Viajar al interior supone montañas y valles, ciudades y paisajes urbanos, casas rurales y museos o teatros, también presupone cierta edad del viajero...

Ahora, que estamos internados en nuestro hogares, como quiera que sean estos, la idea de viajar se nos antoja pecaminosa, un desliz, un delictivo desliz y sin embargo, es uno de los mayores deseos, irrefrenable deseo para cuando se pueda salir de casa.

Dejar los interiores, salir, viajar, ir, volar, conducir, pedalear...

Por mucho que lo intento viajar al interior, sin más, de mí misma o de  mi casa,, no me resulta atractivo, ni por un momento, de hecho sigo en contacto permanente con el exterior a través de la tecnología, compañera del alma, y la terraza magnífica que me ofrece la ciudad a mis pies, con su casco histórico y su cielo enorme, con sus montes a ratos verdes a ratos marrones  sus sonidos, de pájaros, de vecindad, de coches lejanos y trenes acortados.

Menos mal que tenemos el cine, la literatura y todo tipo de arte para viajar con la mente, para salir de casa y de una misma.


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