martes, 16 de julio de 2019



Entre el verde radioactivo y el blanco glaciar, entre el azul iceberg y el gris rojizo marciano, hay una tierra en el norte, que combina naturaleza y cultura con un resultado óptimo para ambas, aunque últimamente el turismo masivo está desequilibrando la balanza en perjuicio de la naturaleza y de paso exhibiendo una cultura lamentable y evitable.

Pero, hay espacios verdaderamente primigenios, los elementos básicos: los minerales, el fuego y el agua, juntos o separados, más de uno y menos de otro, calientes o fríos, azufrosos o puro hielo...conforman un mundo, como cualquiera puede imaginar un mundo, con montañas, ríos, valles, cráteres volcánicos (como en El principito pero a lo grande), cascadas vertiginosas, géiseres sin descanso, la creación y el resultado de la creación del mundo, sin mitos ni dioses, sin religiones, solo el azar y los elementos, delante de tus ojos, bajo tus pies, en tus propias narices.

La música y la cerveza islandesas hacen el resto.


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