jueves, 18 de julio de 2019

¿SABER PARA SANAR?



Desde el nacimiento de nuestra cultura occidental tenemos asumido que el conocimiento es necesario para vivir mejor, gracias a él avanzamos en nuestro bienestar. Este convencimiento es innegable en cualquier campo del saber pero especialmente en aquellos que re refieren a nuestra salud. Cuanto más sabemos de nuestro cuerpo mejor nos podemos tratar.

Platón igualaba el saber con los fármacos, así ambos tenían la cualidad de hacernos bien, que no es poco, tratándose del padre del BIEN como lo más de lo más, la cúspide del conocimiento teórico-práctico, garante de la justicia y el buen gobierno.

El caso es que cuando voy a la consulta médica porque me encuentro mal suelo preguntar por qué me sucede el malestar, por qué me duele y qué es lo que he hecho para tener el dolor. Con paciencia, los profesionales me escuchan y responden, si pueden, sin tecnicismos, aludiendo al cuerpo humano en general y luego al mío en particular. A veces incluso me ponen ejemplos para facilitarme la comprensión y analogías con asuntos cercanos a mi vida cotidiana...¡son un encanto!

El otro día, cansada de tener una dolencia que dura y me incomoda, después de preguntar por qué me sucede esto a mi, el profesional me contestó que daba igual saber el por qué, que lo importante era saber cómo curar, acertar con los fármacos, ser paciente con el tiempo y seguir unas mínimas instrucciones  técnicas. Una vez que se restablezca lo que está desequilibrado en mi cuerpo podríamos pasar a preguntarnos por las causas y los por qués.

Así que no siempre saber cura. En mi caso es mejor no saber de momento porque podría convertirse en una frustración la respuesta, es decir el no acertar con la respuesta. Podría obsesionarme con la pregunta y así provocarme un problema psicológico extra...

Ahora, solo me pregunto por qué los porqués. Tal vez estoy duplicando el problema, puede ser influencia platónica que diría Aristóteles, autor de la explicación por causas...en fin, desde los griegos nos empeñamos en saber el por qué y no siempre podemos saberlo.

Menos mal que tenemos la medicina esta que nos aplica el conocimiento de otras personas, ajenas, y casi siempre funciona.

Confianza en el saber ajeno, esta actitud sí que nos puede sanar. De todos modos, la confianza ha de ser en profesionales, no en charlatanes porque estos últimos no saben!!

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