ÉTICA EN LA PUBLICIDAD
Probablemente
nadie eche de menos la ética en ningún sitio, pero cuando los anuncios del El
corte inglés sobre el Día de la Madre se ponen de moda nos acordamos de que
debería existir, al menos algún atisbo de ella, aunque sea en nombre de la
igualdad, del respeto, del límite de lo tolerable.
Las leyes
que regulan la publicidad tienen como objetivo proteger a la ciudadanía. En
esta protección cabe lo que más ataca a la mitad de la población, a saber, el
machismo y sus múltiples y variadas formas, micro y macro.
Está más que
demostrado el daño que hacen los estereotipos físicos sobre la alimentación de
buena parte de la sociedad, sobre los efectos en su salud física y psíquica. De
igual manera hacen daño el resto de estereotipos y la publicidad lo sabe, lo
sabe muy bien. Y el Estado lo sabe, lo sabe muy bien.
Los juguetes
en la infancia, las expectativas profesionales en la juventud y la publicidad
de la maternidad en la edad adulta bombardean de machismo patriarcal esta
sociedad cada vez más sensible con la igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres, más atenta a la invisibilización del trabajo y tareas tradicionalmente
femeninas, más abierta al respeto a cualquiera en el arte, en cualquiera de sus
manifestaciones, más dispuesta a denunciar las vejaciones de todo tipo que
sufren diferentes colectivos por no ser mayoritarios, más exigente con la
calidad de vida en el plantea…Sin embargo no hay “paraguas” que proteja lo
suficiente del este bienintencionado bombardeo constante.
Los
gobiernos no pueden permitirse tanta incoherencia. Han de pasar a la acción ya,
a la protección que es respeto, que es educación y toma de conciencia de la
igualdad social en la diferencia personal.
La ética
justifica racionalmente las normas que nos sientan bien, que nos hacen vivir
mejor, que sirven para la buena convivencia de todas y todos.
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