A propósito
del acuerdo entre empresas alimenticias y gobierno sobre la reducción de
azúcares y grasas en los alimentos podríamos entender que se abre la veda a un
nuevo tipo de relación que refleja una preocupación
social.
Al gobierno
le interesa que su ciudadanía esté sana, a cualquier edad y en cualquier
comunidad. Son muchos los motivos, para empezar el gasto sanitario y laboral se
reducen si no hay personas enfermas o de baja por enfermedad. Pero lo más
importante es la calidad de vida, es el estado del bienestar, es la sociedad
que se da así misma sus leyes para vivir mejor.
Hay una gran
dosis de responsabilidad política en esta medida que no nos pasa desapercibida
y que celebramos como necesaria. Por esto se debe extrapolar este tipo de
acuerdos en aquellos ámbitos de consumo en los que se pueda mejorar no sólo la
salud y la economía sino la convivencia. El bienestar personal es tan exterior
como interior. La convivencia pacífica, en igualdad y respeto favorece todos
los ámbitos de la vida humana en sociedad. Es por tanto de interés general. Ha
de ser atendida urgentemente desde la política, a todos los niveles.
Propongo, en
buena lógica, un acuerdo con la industria juguetera. Es muy importante que desde
pequeña, la ciudadanía crezca con referentes de igualdad, sin prejuicios ni
estereotipos sexistas.
El pacto
debería consistir en eliminar catálogos, anuncios publicitarios y juguetes
sexistas de la industria juguetera. No importar juguetes que atenten contra el
principio de igualdad entre niñas y niños y contra el principio de la no
violencia.
El estado se
debe comprometer, con todos los medios posibles, a legislar en favor de un
consumo no sexista a todas las edades, especialmente en la infancia, etapa
humana en la que nos formamos desde las emociones sin criterios racionales de
elección o conveniencia.
La
negociación ha de ser inmediata, una vez abierto el ejemplo con la industria
alimenticia que tantos consensos ha generado, como no podía ser de otro modo.
Tan
perjudicial para la salud personal es una mala alimentación como unos juguetes
sexistas. Tan en riesgo está nuestra vida si comemos mal como si nos
relacionamos mal entre hombres y
mujeres. Asumir responsabilidades de gobierno es impedir que la gente viva mal,
de un modo insano y de un modo machista.
En la salud
todo cuenta, el bienestar emocional es clave para el bienestar físico. Si
realmente preocupa la salud de la ciudadanía, especialmente en la infancia, por
la obesidad infantil, se ha de extrapolar la preocupación a toda la infancia,
sobre todo al juego infantil, por el machismo infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario