LA DICTADURA DE LAS MINORÍAS
Ya sabíamos que uno de los peores riesgos de las democracias
es la dictadura de las mayorías porque acaban con todo los pilares básicos de
las democracias desde la igualdad, la participación, la libertad y el diálogo.
Lo sorprendente ahora es la dictadura de las minorías.
Hay un grupo político, por llamarle de algún modo, que en
minoría está consiguiendo pactar con las derechas y condicionar la política de
ayuntamientos, comunidades y puede que hasta la del estado. Puede hacerlo,
forma parte del juego democrático constitucional de nuestro país.
Pero, cuando usa como argumento “a unos cuantos madrileños”,
sin precisar si son muchos o pocos, para cambiar la celebración del Orgullo,
está violando las reglas del juego. Así no vale, esto no es democracia.
Hay muchas y muchos madrileños que ven alterada su vida, sus
creencias, sus bolsillos por ciertas tradiciones que no han elegido. Molestas y
molestos se callan, o perjuran en los bares, esperando (votando) que las
mayorías consigan unas tradiciones que no ofendan a la mayoría, que no
perjudiquen a la mayoría, que no dañen a la mayoría, aun sabiendo que nunca
llueve a gusto de todos, es decir, que siempre habrá minorías insatisfechas,
ofendidas, perjudicadas y heridas que habrá que atender en la medida de lo
posible cuanto antes.
Es la mayoría lo que cuenta.
Otros argumentos, más allá del número, serían pertinentes
para el caso del Orgullo, sin embargo, en personas que afirman sin ningún pudor
que sus preferencias han de primar sobre la mayoría poco se puede hacer. Querer
imponer su opinión, querer impedir derechos y libertades de los demás, sin más,
por sus propios gustos o preferencias, creencias o deseos, resulta tan infantil
que sería insultar a la infancia si se permitiera, si se cediera como ante un
infante mimado, egoísta y violento que no soporta ni su madre.
La ignorancia suele funcionar en estos casos.
Hay palabras que ofenden tanto que aunque se digan con tonos
bajos y suaves, las heridas profundizan hasta lo más hondo de los pilares del
estado social y de derecho que creemos estar construyendo.
Aislemos a los malos. Impidamos las dictaduras, camufladas
de mayorías o de minorías, y sobre todo, no oigamos palabras ofensivas a la
libertad, el respeto y la diversidad.
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