domingo, 14 de julio de 2019


LA DICTADURA DE LAS MINORÍAS
Ya sabíamos que uno de los peores riesgos de las democracias es la dictadura de las mayorías porque acaban con todo los pilares básicos de las democracias desde la igualdad, la participación, la libertad y el diálogo.
Lo sorprendente ahora es la dictadura de las minorías.
Hay un grupo político, por llamarle de algún modo, que en minoría está consiguiendo pactar con las derechas y condicionar la política de ayuntamientos, comunidades y puede que hasta la del estado. Puede hacerlo, forma parte del juego democrático constitucional de nuestro país.
Pero, cuando usa como argumento “a unos cuantos madrileños”, sin precisar si son muchos o pocos, para cambiar la celebración del Orgullo, está violando las reglas del juego. Así no vale, esto no es democracia.
Hay muchas y muchos madrileños que ven alterada su vida, sus creencias, sus bolsillos por ciertas tradiciones que no han elegido. Molestas y molestos se callan, o perjuran en los bares, esperando (votando) que las mayorías consigan unas tradiciones que no ofendan a la mayoría, que no perjudiquen a la mayoría, que no dañen a la mayoría, aun sabiendo que nunca llueve a gusto de todos, es decir, que siempre habrá minorías insatisfechas, ofendidas, perjudicadas y heridas que habrá que atender en la medida de lo posible cuanto antes.
Es la mayoría lo que cuenta.
Otros argumentos, más allá del número, serían pertinentes para el caso del Orgullo, sin embargo, en personas que afirman sin ningún pudor que sus preferencias han de primar sobre la mayoría poco se puede hacer. Querer imponer su opinión, querer impedir derechos y libertades de los demás, sin más, por sus propios gustos o preferencias, creencias o deseos, resulta tan infantil que sería insultar a la infancia si se permitiera, si se cediera como ante un infante mimado, egoísta y violento que no soporta ni su madre.
La ignorancia suele funcionar en estos casos.
Hay palabras que ofenden tanto que aunque se digan con tonos bajos y suaves, las heridas profundizan hasta lo más hondo de los pilares del estado social y de derecho que creemos estar construyendo.
Aislemos a los malos. Impidamos las dictaduras, camufladas de mayorías o de minorías, y sobre todo, no oigamos palabras ofensivas a la libertad,  el respeto y la diversidad.


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