LA FISCAL, LA DIPUTADA Y UNO CON
FALDAS
A estas
alturas del cambio climático, en pleno mes de julio en el hemisferio norte
tirando al sur, casi cualquier cosa es posible.
Tenía razón
Wittgenstein cuando afirmaba que el significado de las palabras estaba en el
uso que se hace de ellas, que las confusiones y malos entendidos se pueden
resolver echando un vistazo a las reglas del juego, en el contexto en el que se
dicen las cosas, sobre todo en el que se hace lo que se dice. El lenguaje como
una caja de herramientas.
Según el
colectivo Clara Campoamor una fiscal que no se sabe la ley no debería ejercer
(desde 2015 sólo a partir de 16 años se puede hablar de relaciones sexuales,
por debajo de esa edad es violación). Sin embargo la fiscal del caso de la
chica de 14 años y siete hombres no ha tenido en cuenta la ley a la hora de
dictar sentencia. Más allá de su posición personal está ejerciendo un cargo muy
importante y no debe desconocer las leyes con las que “juega” en su trabajo
porque si usa mal “las herramientas” el resultado resulta que es injusto, ni más
ni menos, que injusto. ¿La fiscalía cometiendo injusticia?
Según la
diputada de Vox en Madrid no se debe consentir que una familia salga a la calle
y vea espectáculos denigrantes en referencia a la fiesta del Orgullo. Sin
embargo no se opone a mantener la pobreza en las calles, los hacinamientos en
hospitales y colegios, los rituales religiosos cuyos participantes ocultan los
rostros acompañados de velas y cadenas por la noche, no se opone a mantener
edificios vacíos cuando faltan casas, ni a la suciedad por falta de inversión
en limpieza, etc. El resultado de usar mal las palabras es que se rompen las
reglas del juego y no se ejerce, en este caso, de diputada, persona que debe
respetar la orientación sexual de cada cual y las reivindicaciones de aquellas
que son discriminadas y excluidas por tener la que tienen. Entonces se practica
la antipolítica.
Hay un señor
con faldas que representa a la Santa Sede y dice cosas sobre Franco en público.
Otra vez se violan las reglas del juego porque si representara a un estado
normal podría entenderse que es diplomático o emisario incluso embajador, pero
no es así, es nuncio. Así que su “juego” es otro y usa mal las “herramientas”.
En España sabemos las estrechas relaciones del Vaticano con los Franco, porque
son muchos estos, últimamente están apareciendo por todas partes. Precisamente
por ese conocimiento que tenemos sobre la Curia y Franco, nada de lo venga de
la iglesia nos resulta indiferente en este país. De hecho la propia iglesia
marca el calendario escolar, las fiestas locales y otros “juegos” sociales de
nuestra cultura.
A ver cuándo
se arbitra bien aquí porque los juegos de la Justicia, de la Política y de la
Iglesia no se están jugando bien y pueden confundir, cambiar las reglas o
incluso modificar hasta ser otros los objetivos de los juegos en sí.
¿Habrá una
Justicia injusta, una política antipolítica y una iglesia franquista? Digo
ahora, en el siglo XXI, que el contexto es la clave según Wittgenstein…así no
se puede jugar!!
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